Las supernovas son explosiones estelares, estudiábamos (y cocinábamos en el ordenador) supernovas termonucleares, una especie de bombas muy parecidas entre sí que explotan al desencadenarse en su interior reacciones nucleares que producen una iluminación inimaginable.
La supernova es un evento poco común. En cada galaxia se suele dar una explosión cada 200 años. En estas explosiones, la mayor parte de la masa de la estrella original se lanza a grandes velocidades.
Las supernovas brillan mucho, durante unos días brillan tanto como toda una galaxia, por eso vemos supernovas que están muy lejos, son nuestros faros cósmicos. Midiendo lo que ha disminuido, desde su origen, la luz que nos llega podemos estimar la distancia a la que se encuentra la supernova y con esta información acotar el ritmo de expansión del universo. Hoy se detectan supernovas que ocurrieron cuando el universo tenía la mitad de su edad actual (hace unos cuantos miles de millones de años). Desde entonces la luz emitida por la supernova ha estado viajando a través del universo, de su geometría, y en ese viaje se ha ido encontrando con todas sus componentes y nos trae información sobre los mismos. Teniendo en cuenta estas nuevas y lejanas supernovas, el conocido y familiar método de los faros cósmicos indica, con un 99% de fiabilidad, la presencia de una componente que acelera el ritmo de expansión, la energía oscura. En concreto, si consideramos además los datos del fondo de radiación cósmica, concluimos que hasta un 70 % del universo es dicha componente. Finalmente las cuentas cuadran, lanzándonos quizás al vacío.
Las supernovas que suceden en nuestra propia galaxia son todo un espectáculo, ya que llegan a ser visibles a simple vista con un brillo tal que pueden verse de día. Desgraciadamente, y como ya se ha comentado, es un fenómeno inusual. Entre las supernovas más famosas se encuentran la del año 1054 d.C, registrada por los chinos. Johannes Kepler, contemporáneo y colega de Galileo, registró una de estas supernovas cercanas en el año 1604 antes de la invención del telescopio. Desde entonces no hemos visto ninguna en la Vía Láctea, pero en 1987, una estrella apareció en los cielos australes siendo visible también a simple vista. Se trataba de la supernova SN 1987 A (A, por ser la primera del año) y estaba situada en la Pequeña Nube de Magallanes, una de las galaxias satélite de la Vía Láctea.
Muy interesante. En las próximas clases yo intentaré hablar de las supernovas, quizás podríais ayudarme.
ResponderEliminar